El verano y el ganado

Con la llegada del calor, ciertas enfermedades propias de esta estación del año pueden atacar al ganado ovino y vacuno. Además, las altas temperaturas y la insuficiencia de agua para hidratarse o el malestar del animal durante su transporte también pueden atentar contra su salud.

Hay que poner atención a las necesidades especiales que tienen en la época estival.

 

Las enfermedades del ganado en el verano

En verano, los animales pueden padecer enfermedades típicas de esta estación.

En el caso de las ovejas, las enfermedades más frecuentes son las transmitidas por las moscas, que se contagian por medio de la fauna salvaje.

Una de esas afecciones, causa de grandes pérdidas en el rebaño, es la oestrosis, originada por larvas de Oestrus ovis. La mosca pone los huevos en las fosas nasales del animal y salen larvas en un ciclo de tres estados. El gusano sale del capullo y se forma la mosca fuera de la oveja.

Los síntomas son estornudos, mocos y dificultad para respirar. Para el control de esta patología es importante ajustar el tratamiento en momentos específicos del ciclo parasitario y emplear un producto de larga duración.

Por su parte, las enfermedades parasitarias más habituales del ganado vacuno en extensivo las causan las moscas. Las infecciones se producen, sobre todo, en la vulva, en las heridas que se hacen con los cuernos o los cercados y en los ojos, denominada queratoconjuntivitis. Hay que poner especial atención en esta última porque puede dejar ciego al animal de uno o de los dos ojos, se puede tratar con antibiótico por vía local o intramuscular.

Otra de las enfermedades infecciosas que el ganado ovino y vacuno puede sufrir durante la época estival por los cambios de temperatura y la humedad es la neumonía, infección de uno o de los dos pulmones provocada por un virus o una bacteria, de ahí la importancia de que las naves estén bien ventiladas.

Algunos de los indicios generales puedes ser: falta de apetito, fiebre, debilidad, letargo, tos leve, respiración agitada y superficial, mucosidad nasal y ocular o salivación abundante.

La miasis, bichera o gusanera es también un daño habitual en verano, después de que los animales se hayan esquilado. Las moscas depositan huevos en las heridas provocadas por el corte de la lana. Produce picor y dolor y hay que eliminar las larvas, desinfectar la herida y administrar antibióticos en los casos en los que sea necesario.

El pecho de los carneros (punta del esternón) y los testículos son partes muy propicias a las bicheras. Es importante también controlar las encías del animal abichado porque suelen lamerse las heridas y, casi siempre, están agusanadas.

 

La hidratación del ganado en el verano

Además, durante los meses de junio, julio y agosto, es fundamental que el ganado extensivo disponga de bastante agua para hidratarse. La pérdida de líquido puede provocar una disminución en la producción de leche, desnutrición y, en los peores casos, hasta la muerte.

 

 

El transporte del ganado en el verano

Por otro lado, aunque durante los meses de más calor lo recomendable sería evitar los traslados de ganado de larga duración, aquí van una serie de consejos para proteger la salud de los animales y evitar que se estresen por el calor durante el transporte:

  • Si la temperatura va a exceder los 35º C en cualquier punto del recorrido, mejor no cargarlos.
  • Habría que viajar por la noche evitando, así, las horas más calurosas del día.
  • No hay que manipular mucho a los animales.
  • Hay que comprobar su estado frecuentemente para detectar cualquier evidencia de estrés. Por ejemplo, si respiran con la boca abierta o a ritmo alto; si estiran mucho el cuello; si se tumban en toda su longitud buscando el aire; si sudan en exceso…
  • Los animales tienen que tener acceso a agua fresca.
  • Hay que reducir la densidad de carga por lo menos un 30%, principalmente, en los compartimientos delanteros (cerca de la cabina) y en los pisos superiores del vehículo porque son las partes más calientes.
  • Hay que aumentar la altura interna por encima de los animales para maximizar el movimiento de aire y aumentar el intercambio de aire.
  • Hay que aparcar en la sombra, con el vehículo de forma perpendicular al viento predominante. Mientras se esté estacionado, hay que poner en poner en marcha los ventiladores.
  • Hay que utilizar un vehículo con un techo claro para reducir los efectos de la captación solar (algo obligatorio para los viajes que excedan de las ocho horas).
  • Hay que elaborar un plan de contingencia para cada trayecto para evitar que demoras, atascos o fallos del vehículo no desemboquen en una situación crítica (también obligatorio para viajes de más de ocho horas).

 

 

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